Mi abuela Leonor y Wilkie Collins

Mi abuela Leonor es una lectora voraz. Ella lo negará, dice que solo lee para entretenerse, cómo si ese no fuese uno de los elementos más importantes de la lectura. Al principio solo leía revistas o libros que mis padres amontonaban en la mesa donde ella pone sus cosas (es muy meticulosa, y tiene todas sus pertenencias perfectamente ordenadas dentro del caos que es la casa de mis padres). Un día yo acababa de terminar "Basil" de Wilkie Collins, y lo dejé en la mesita, junto a sus gafas. A la semana, cuando volví para comer el consabido cocido materno de los domingos de invierno, mi abuela ya llevaba la mitad del libro leído. Juntas comentamos las peripecias del pobre Basil, y estuvimos de acuerdo en su desgracia. Ella nunca reconocerá que algo le gusta abiertamente, pero me dijo "está emocionante, a pesar que hay cosas que me salto porque no me interesan". De esto ha pasado más de un año, y mi abuela Leonor ya casi se ha terminado de leer todos los Collins que teníamos en casa, y que puntualmente yo le iba dejando en la mesa. De hecho me ha adelantado, acaba de terminar "Marido y mujer" y, aunque me ha prometido no contarme nada, ya se le han escapado algunas cosas y me ha tentado con su lectura.